sábado, 5 de noviembre de 2011

Reflexiones de una madre

Hoy me he levantado temprano como cada mañana, es una de las cosas que tiene ser madre de familia, dejan de existir los sábados y domingos como días dedicados al descanso y al esparcimiento. Los hijos no tienen días ni horarios y no me quejo, ser madre es una decisión personal de la que no me arrepiento ni un solo segundo, son muchas las satisfacciones que me dan mis hijos, muchas más que el trabajo que cuesta educarlos como personas de bien y futuros ciudadanos preparados y educados, con ideas propias, solidarios y capaces.
No es fácil el trabajo de padre y nunca se está lo suficientemente preparado para llevarlo cabo sin cometer mil y un errores en el camino.
Como madre me siento orgullosa de mis hijos, de su educación y de su interés por el mundo que los rodea. Un interés y preocupación que les he ido inculcando día a día con mis acciones y estas que estoy llevando a cabo en este momento también les enseñan cosas.
Ahora mismo están aprendiendo el valor de defender sus derechos, aprenden que dos son más que uno y que la unión hace la fuerza, que nadie puede decidir sobre su futuro y su presente sin contar con ellos y que son ciudadanos de primera. Qué apoyándose en los demás y aunando fuerzas se pueden conseguir objetivos. Vamos, están aprendiendo a vivir.
Con todo esto en la cabeza y la firme convicción de que estoy luchando por defender los intereses de mis hijos, y de los demás niños beneficiarios de la educación púbica, estoy más que tranquila por las preguntas capciosas que me hagan o las acciones que yo no haya llevado a cabo que se me atribuyan. Porque cuando se va con la verdad por delante y sin mediar intereses de ningún tipo, salvo el de defender algo en lo que creo profundamente que es una educación pública de calidad que sirva para que todos los que hoy son estudiantes tengan igualdad de oportunidades, nadie me va a sacar los colores.
No temo al escarnio público, ni a los comentarios maliciosos. No temo a la verdad porque esa es el arma que yo esgrimo. No temo a las descalificaciones personales porque estoy muy segura de quién soy y de que los que me quieren y me conocen saben perfectamente quien soy.
Por eso, después de reflexionar he decidido que no cejaré, no me daré por vencida hasta quemar el último cartucho, no perderé la esperanza porque ella me alimenta cada día y me da las fuerzas necesarias para seguir adelante, no dejaré de defender aquello en lo que creo y ante todo me he prometido a mi misma no ser egoísta y claudicar por miedo al que dirán.
Así que aquellos que quieran seguir tirando mierda hacerlo, esta mañana he salido a comprarme un chubasquero.


Viviana Laura Hunter

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